Este es un caso atípico dentro del panorama gastronómico español, nos debemos remontar en 1979 cuando una lesión inoportuna de rodilla, paró en seco la oportunidad de convertirse en el portero titular del Athletic Club, y le obligó a retirarse prematuramente del fútbol; de esta manera se perdió un excelente portero, pero se ganó un no menos excelente restaurador.
Hijo y nieto de restauradores tras su revés deportivo montó el restaurante Zaldua en Pedernales en la desembocadura de la ría de Guernika, luego vendrían el Baserri Maitea (uno de los más bonitos de Europa), Castillo de Arteaga y Kaian en Plentzia, con la peculiaridad que todos sus restaurantes están enclavados en un entorno paradisiaco, entre la ría de Guernica y el Parque Nacional de Urdabai, este último lugar declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera.
De este entrañable paisaje sólo pueden salir más que materias primas de calidad que el hotelero Zaldúa utiliza sabiamente con una utilización respetuosa de la tradición:
“Una buena carne, un buen pescado... lograr que el cliente confiara en mí y que, siempre que llegara a mi casa, supiera que iba a comer bien”
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